CUENTOS, MITOS Y TRADICIONES
Por Juan Salomón
Este reportero y su crushYaretzi López recibieron el año nuevo en un alegre pueblo del sur de Veracruz, entre amigos y parientes de mucho ambiente que bailaron, cantaron, recordaron tiempos idos y salpicaron las tertulias de sabrosas anécdotas.
(Una limosna para este pobre viejo…).
Por cierto, pocos saben que el inmortal Pelé jugó un partido amistoso entre el Santos de Brasil y los Petroleros de Poza Rica, el 7 de febrero de 1959, según consta en la Hemeroteca del “Diario de Xalapa”. Edson Arantes do Nascimento ya había participado en el Campeonato Mundial de Futbol de Suecia un año antes y era famoso.
(Ya llegó el viejo muriéndose de risa, porque a medianoche lo vuelven ceniza…).
LA RAYA…
Aquella tarde del 31 de diciembre de 1982, el jefe de las columnas volantes de la zona de Acayucan, el comandante Florencio Mazaba Campechano, montó en su camioneta y ordenó a su chofer que lo trasladara a su rancho para cenar en familia y recibir el nuevo año.
–Relajado, se despojó de su chaleco blindado –relatan personas cercanas al legendario jefe policíaco.
En otras ocasiones intentaron asesinarlo y se había salvado.
Antes de llegar a Monte Grande, en una curva de la carretera Costera del Golfo, desde otro vehículo le dispararon. Mazaba recibió varios impactos de bala de alto poder. El conductor también resultó herido.
Nunca se supo quiénes lo ejecutaron, ni el porqué. La vox populi le atribuyó el crimen, ocurrido hace 40 años, al propio gobierno. Era gobernador Agustín Acosta Lagunes y el director de Seguridad Pública, Mario Arturo Acosta Chaparro.
¿Habría sobrevivido si no se hubiese quitado el chaleco antibalas o hasta allí estaba marcada su raya?
Este 2022 también cerró con violencia. El 30 de diciembre pasado fueron asesinados el presidente municipal de Rafael Delgado y el tesorero de Tezonapa en eventos separados. En las últimas horas del año que se fue y en los primeros días de este 2023, también cayeron otras personas en el estado, víctimas de la delincuencia.
(Ahí viene el viejo bailando en el alambre, porque el pobrecito está muerto de hambre…).
OTRA VEZ CHANEQUES
Regresábamos de Acayucan en nuestro modesto sedán y, en el tramo comprendido entre San Andrés y Santiago Tuxtla, comenzó a fallar el auto. Igual que años atrás cuando se nos apagó el motor, precisamente frente al rancho Los Chaneques. Yaretzi se volvió a aterrar y gritó como desquiciada.
–Es tu culpa. No quisiste pagar por la autopista y de nuevo nos espantan esas malditas criaturas –gritaba, histérica, la maestra y reportera–, si me da un infarto, tú tendrás la culpa.
Nos orillamos. Le faltaba agua al motor y se había sobrecalentado. Un joven detuvo su coche, nos ayudó y continuamos. Durante el trayecto, Yaretzi permaneció callada y salió de su mutismo al entrar a Xalapa.
–¡Perdóname, Juanito, le tengo pavor a los chaneques! ¡No quiero ni mencionarlos! –se disculpó Yaretzi.