PLANA MAYOR
Gaudencio García Rivera
Soplan vientos de abierta impunidad y cinismo del sexenio de la ‘muerte’ del converso partido oficialista de Morena, creación del talibán de Palacio Nacional. Como “anillo al dedo” lo refleja la máxima juarista modificada por el analista José Antonio Crespo, pero con un agregado más.
‘A los ladrones y asesinos del narco: libertad y privilegios. A tus adversarios y neoliberales: 80 años en Almoloya’. Aunque la máxima del liberal Benito Juárez y García sigue siendo vigente: ‘Al enemigo: justicia a secas. Y al amigo: justicia y gracia’.
En octubre de 2024 se cumplirán 8 años de derrotas jurídicas del gobierno de México del caso novelesco de Karime Macías de exDuarte-por divorcio a modo-, excónyuge ahora de Javier Duarte de Ochoa, el incólume cordobés que venía a darle “prosperidad a los veracruzanos”, pero como todos sabemos, le dio una lujosa “prosperidad” de jeque a su familia y a su clan de amigos.
A modo, sí, porque el entonces gobernador priista Javier Duarte negocio su caída del poder público con el propio presidente Enrique Peña Nieto y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, según sus propias confesiones.
Doña Karime, la coautora intelectual del saqueo de las arcas públicas del gobierno de Veracruz -despachaba como cuasi vicegobernadora, un cargo que no existe, pero que de facto lo hacía-, no se medía, manipulaba a su cónyuge con ideas del húngaro Harry Houdini para desaparecer de una cuenta bancaria oficial a otra los recursos públicos, que a la fecha no han sido repuestos.
La pareja feliz Macías-Duarte, se comportaban con aires de aristócratas, administraban “la abundancia” de los veracruzanos con sentido patrimonialista, como lo siguen haciendo Obrador y sus títeres los gobernadores y algunos alcaldes del país.
Pero mientras Duarte gozaba de los placeres mundanos, como un auténtico sibarita, bajo el síndrome de Hubris, sectores de la sociedad civil vivieron en carne propia otro síndrome del clan duartista en la Sefiplan: enfrentaron el kafkiano y años de no poder cobrar los servicios que prestaron al gobierno de Veracruz.
Karime estaba involucrada en todas las asignaturas del gobierno del Estado. Era el cerebro financiero de Duarte, disponía a quién le pagaban de los proveedores y quién no. Había favoritos y privilegiados.
Desde que partió la excónyuge de Javier -octubre de 2016- a la capital británica de Inglaterra -el primer mundo donde las rentas de bienes inmuebles están por las nubes-, ha ganado las carpetas del proceso legal que le instruye la FGR para su extradición a México. Es curioso, pero aquí hay “gato encerrado”, dicho coloquialmente.
No es posible que en cinco años y tres meses del régimen de la ‘muerte’ y de los abrazos con los narcotraficantes, la Fiscalía General de la Republica no haya podido extraditar a doña Karime Macías Cubillas y, en cambio, con Emilio Lozoya Austin la extradición de España fue rápida y exitosa el 29 de junio de 2020.
El imaginario colectivo se pregunta: ¿los abogados de Macías Cubillas son unos genios en Derecho Internacional o los funcionarios de la FGR son pésimos abogados y pesan más los acuerdos o pactos que hay entre Obrador y Duarte?
De ahí la explicación por el trato privilegiado que goza el presidiario Javier Duarte, sus derechos políticos los sigue conservando a pesar de haber sido sentenciado por un juez y utiliza cuantas veces sea necesario las redes sociales para denostar o criticar a los políticos veracruzanos.
Los pactos del talibán de Palacio Nacional y Duarte de Ochoa es una póliza que protege a doña Karime de la extradición de Londres a México, porque goza del manto de impunidad de la FGR y, por lo que se percibe en los entresijos del poder, la nativa de Coatzacoalcos permanecerá en Londres por lo que resta del sexenio de la ‘muerte’.
La “abundancia” de la excónyuge de Duarte le permite vivir con plenitud con los políticos británicos. Los acuerdos con Obrador saltan a la vista.
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